Casa del Abuelo

La Casa del Abuelo comenzó como un acto sencillo de amor y compasión. Mientras el pastor Nicolás establecía una iglesia en Maneadero, su esposa Angélica notó a un par de mujeres mayores en su comunidad que no tenían suficiente para comer. Un día ella simplemente las invitó a su casa a almorzar con ella. En el transcurso de ese almuerzo, se enteró que las señoras no tenían suficiente para comer todos los días. Las invitó a comer en su casa a diario.

Las mujeres conocían a otro par de personas que tampoco tenían suficiente para comer, y esas personas conocían a un par más. Antes de que Angélica se diera cuenta, tenía más de 30 personas comiendo en su casa. Intentando ayudarlos de cualquier manera que fuera posible, comenzó a llevarlos a las oficinas del gobierno para que pudieran recibir una pensión pública que México ofrece a los ciudadanos de 70 años o más. Llevó a la primera mujer y la presentó como su abuela, luego regresó con otra mujer y la presentó como su abuela, luego a otra. Una señora de la oficina del gobierno se dio cuenta que seguido Angélica llegaba con su ‘abuelita’. Le pidió una explicación, y Angélica le comento que cuidaba a estas personas mayores que eran como abuelos para ella. La señora no solamente entendió pero le quiso ayudar. Le comento que el gobierno no tenía mucho que ofrecer, más allá de la pensión, de tan solo $25 al mes. Pero conmovidos por su trabajo le ofreció a Angélica el uso de un cuarto que tenían en la parte de atrás de las oficinas del gobierno para dar almuerzos a los abuelos.

Angélica comenzó a servirle comida a los abuelos allí; rápidamente el grupo de 30 personas creció a más de 200 abuelos que venían cada semana. Angélica les proveía el almuerzo, compartía alimentos y recursos que recolectaba de la comunidad, los educaba sobre la mejor nutrición para reducir la alta presión y controlar el diabetes, jugaba juegos con ellos, los ponía a estirar y hacer ejercicio, y lo más importante, compartía el Evangelio de Jesucristo.

Con el tiempo, Angélica y Nicolás llegaron a conocer más a los abuelos y se dieron cuenta de que muchos de los que venían no tenían dónde vivir. Después del almuerzo y las actividades algunos se iban a la calle para encontrar un lugar donde dormir. A veces detrás de un edificio o debajo de un árbol. Dios les dio la visión de proveer un lugar donde los abuelos pudieran vivir en comunidad y cuidarse unos a otros.

Angélica y Nicolás recolectaron donaciones para dar un enganche de una parcela. El propietario de un negocio local se enteró del proyecto y quiso apoyarles con las mensualidades del terreno. Comenzaron a traer a los abuelos al terreno para orar. Les contaron la visión que Dios les dio. En fe, les dijeron que Dios iba a usar la propiedad para proveerles un hogar. Con un poco de ayuda del gobierno y un ministerio local llamado Hands of Mercy se construyeron un par de casitas pequeñas y una letrina en el terreno. La Casa del Abuelo se inauguró con dos señores mayores de 70 años que se fueron a vivir a las casitas.

Nicolás y Angélica no tardaron en darse cuenta de que alguien iba a tener que mudarse al terreno y cuidarlos. Había muchos riesgos en la propiedad para los abuelos como cocinar en un fogón y subir escaleras para entrar y salir de las casitas. Además no había electricidad para iluminar el camino a la letrina por la noche. Aunque no era el plan original, el pastor Nicolás y Angélica dejaron su casa que tenía electricidad, agua y baño, y se fueron a vivir en la propiedad para cuidar a los abuelos.

 

Desde entonces, Casa del Abuelo ha seguido creciendo. Nicolas y Angélica cuidan entre 15 y 20 abuelos 24 horas al día con la ayuda de sus hijos, Angel y Jonatan, y su sobrina Iliana. La construcción continúa con la visión de albergar 40 abuelos eventualmente.

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